“Frutado intenso de oliva madura con notas de almendra, manzana y plátano maduro, así como sensaciones aromáticas que recuerdan la cayena, la vainilla y el cacao. En boca es dulce y almendrado, en un conjunto armonioso, suave y equilibrado”. Así se refiere el jurado del concurso anual del Ministerio de Agricultura al virgen extra Mestral de la Cooperativa Agrícola de Cambrils, ganador hace unos días del premio al mejor aceite de la campaña 2013-2014 en la categoría de “frutado maduro”.

La descripción puede ser de utilidad para conocer las características de los aceites de la D.O.P. Siurana, en la que reina casi en solitario la variedad de aceituna arbequina. Las 12.000 has de olivar que controla el Consejo Regulador se extienden a lo largo de una franja que cruza la provincia de Tarragona de noroeste a sureste, entre la comarca de Conca de Barberà y el mar Mediterráneo.

“Lo que distingue nuestros aceites”, manifiesta Francesc Prats, presidente del Consego Regulador, “es que proceden de olivos de arbequina cultivados al modo tradicional, nada que ver con las plantaciones intensivas de esta variedad que proliferan por todo el país desde hace años”. En efecto, la pequeña aceituna arbequina es la viga maestra de esta denominación de origen oleícola, que en la pasada campaña produjo 5,4 millones de kilos de aceite virgen extra. Royal y morrut son las otras dos variedades autorizadas en la zona, pero su presencia es poco menos que testimonial. “Estaban allí”, cuenta el presidente, “cuando se constituyó la denominación de origen en 1979, y quedaron incorporadas al reglamento”. Algunas almazaras utilizan otras variedades, como la arbosana o la koroneiki, pero están fuera de la denominación.
ACEITES DE MONTAÑA Y DE LLANO. La diversidad de los aceites no procede aquí de los tipos de aceituna empleados, sino de la propia complejidad orográfica y edafológica del territorio. Aceites de montaña y ladera, generalmente de mayor estructura en el paladar, conviven con los más suaves y ligeros procedentes del llano y las zonas más próximas al mar. Son más de sesenta los municipios que comprende la denominación de origen, distribuidos en siete comarcas: Conca de Barberà, Baix Camp, Baix Penedès, L’Alt Camp, Priorat, Ribera d’Ebre y Tarragonés.

Junto a la riqueza de paisajes y a la arbequina, el factor determinante de la calidad de los aceites de Siurana es el humano. En cada pueblo pueden verse molinos de hace tres o cuatro siglos perfectamente conservados junto a las modernas instalaciones de las almazaras y cooperativas. Son el testimonio de una vieja tradición elaboradora y de una sabiduría aceitera que se ha ido transmitiendo generación en generación. “Calculo que nuestra zona habrá unos 3.000 agricultores que se dedican al cultivo de la aceituna con total dedicación y esmero”, declara Francesc Prats. “Ése es nuestro mejor capital”.
HERMOSO PAISAJE MEDITERRÁNEO. Tanto el olivo como la vid han servido para fijar la población de territorios deprimidos económicamente y con pocas alternativas al sector agrícola. Ambos cultivos modelan en el interior de Tarragona un hermoso paisaje mediterráneo puro y contribuyen a un sólido equilibrio medioambiental.
Otro de los rasgos distintivos de Siurana es que los aceites embotellados representan casi el 70 por ciento de la producción, con un valor añadido muy superior al de los graneles. Ello explica, entre otras cosas, un nada despreciable aumento sostenido de las exportaciones, que ahora están en un 15 por ciento del total de los aceites envasados, con un significativo aumento en los últimos años de los mercados asiático y americano. JOSÉ RAMÓN PEIRÓ