Desde un punto de vista productivo es la reina de las variedades con una extensión aproximada de 900.000 ha. Sus dominios tienen su principal feudo en la provincia de Jaén, donde es mayoritaria, aunque también se extiende por Córdoba, Sevilla o Granada. Fuera de Andalucía, se ha ido implantando en otros territorios, donde los elaboradores han buscado beneficiarse de su probada estabilidad (es una de las variedades más resistentes al paso del tiempo) así como de su vibrante frutado verde cuando se recolecta con cierta antelación. En su libro dedicado a la cata de aceites, Brígida Jiménez y Anunciación Carpio nos hablan de algunas sinonimias que admite esta variedad: nevadillo blanco, marteño o lopereño. Las autoras destacan también el alto contenido de la picual para producir aceites ricos en polifenoles y con un índice elevado de ácido oleico. A la hora de la cata, su nariz suele brindar una marcada nota vegetal (hoja de olivo) y una boca muy sólida, con amargos que suelen ser protagonistas y algún toque picante.