
Diversos observadores llaman estos días la atención sobre la llegada de cuantiosas inversiones al sector olivarero. La crisis de rentabilidad de los caladeros tradicionales del capital, empezando por la Bolsa, estaría empujando a grandes inversores nacionales e internacionales a embarcarse en mastodónticos proyectos de olivar intensivo en España, Portugal o Marruecos, y también en países de mano de obra barata del Cono Sur americano.
Algunos expertos estiman una rentabilidad cercana al 10 por ciento de este tipo de explotaciones, una vez realizadas las amortizaciones de los primeros ejercicios. Imposible no acordarse de lo que pasó en nuestro país con las energías renovables de hace un tiempo, sobre todo los llamados huertos solares. Con la diferencia de que a los nuevos olivares no suelen llegar las apetitosas subvenciones de los primeros momentos de la placa solar.

Desde hace unos años, grandes inversores españoles han visto en el olivar un camino para diversificar sus riesgos. Es el caso, por ejemplo, del clan familiar Del Pino, propietario de Ferrovial y de algunas de las mayores SICAV del país, quienes eligieron las comunidades de Andalucía y Extremadura para poner en marcha grandes superficies de olivar intensivo, sin renunciar, como guinda de un inmenso pastel, al lanzamiento de algunas marcas de aceite premium.
EL OLFATO DEL CAPITAL. No están solos en la batalla. El fondo de capital riesgo Atitlán, socio del gigante aceitero luso Sovena y administrado por Roberto Centeno –ex ejecutivo de Goldman Sachs y yerno del todopoderoso presidente de Mercadona, Juan Roig-, gestiona más de 10.000 has de olivar en Portugal además de 1.600 en España y otras 1.000 en Marruecos. País este último, por cierto, que ha puesto en marcha un generoso plan de incentivos a las inversiones aceituneras al que ya se han acogido con entusiasmo importantes grupos inversores franceses y españoles.
El dinero tiene un magnífico olfato para detectar los sectores agrícolas e industriales en alza. Aunque, aparte de la natural incidencia en los precios de la aceituna y su zumo de la entrada en escena de estas macro plantaciones, tanto desde las asociaciones de olivicultura ecológica como desde las empresas que apuestan por el aceite virgen extra de máxima calidad se ven con preocupación las consecuencias de tales operaciones en el horizonte aceitero de los próximos años. Sobre todo por lo que toca a la educación del consumidor español, cuyo punto de referencia a la hora de valorar un producto como el AOVE seguirá siendo el lineal de las grandes superficies.