«A la falta de lluvias en primavera y las altas temperaturas durante la floración hay que añadir ahora el calor que estamos sufriendo, lo que ha agravado la situación, sobre todo en el secano, donde ya se pueden apreciar claros síntomas de agotamiento de los olivos, con lo que el fruto no crece adecuadamente”. Así se refería la semana pasada a los efectos de este tórrido verano sobre el olivar Agustín Rodríguez, secretario general de UPA-Andalucía. “De seguir así podríamos asistir a una merma de producción muy importante», añadía.
Ya lo anunciaba la agencia EFE en una información del pasado 22 de mayo: “Incertidumbre ante el recorte productivo derivado de la última ola de calor (sic) y la falta de lluvias primaverales”. Dos meses más tarde, cuando los meteorólogos están anunciando la enésima subida de temperaturas, los peores augurios se tornan en fundada preocupación. Los atípicos registros térmicos del mes de julio están afectando sensiblemente a no pocos productos de la agricultura y la ganadería. Pero en el caso de la aceituna ya se advierte pérdida de peso en los frutos de muchas regiones productoras.
LLUEVE SOBRE MOJADO. Todo ello, sin hablar de los mayores costes de agua en las zonas de regadío, que algunas fuentes sitúan en un cincuenta por ciento. Y lo peor de todo es que -valga el contrasentido- llueve sobre mojado. Tras el desastroso resultado cuantitativo de la precedente, casi nadie apuesta por mantener las expectativas de una cosecha media en la campaña venidera.
En estas mismas páginas hemos hablado no hace mucho de las deficitarias existencias de aceite en los molinos a la espera de la nueva cosecha, con el subsiguiente aumento de los precios. Mejor no pensar en las consecuencias que tendría al respecto un descenso significativo de la producción en la campaña 2014-2015. Veremos lo que nos depara el mes de agosto.