Por ANTONIO REDAL DE MARÍA (*)
Mientras por estos lares muchos productores de aceites boutique han tirado la toalla y ya sólo concentran sus esfuerzos comerciales en el mercado exterior, todo apunta a que California acabará convirtiéndose en un pequeño gigante. Por su parte, Argentina viene progresando adecuadamente en la elaboración de aceite de oliva gracias, aunque no sólo, a una serie de excelentes cosechas con récord cuantitativo en la última.
Pero conviene detenerse en el caso californiano, donde hace años ya asesoraba el tristemente desaparecido Marco Mugelli, todo un referente profesional en el ámbito de los aceites de mejor calidad. Hoy California es una gota de agua en el océano de la producción mundial y apenas alcanza un modesto 4 % del aceite que se consume en Estados Unidos. El reto californiano, es evidente, pasa por aumentar la producción y, de paso, por dificultar el poderoso control que ejercen los aceites italianos y españoles en el país del Pato Donald. ¿Cómo? Comiendo. No en vano llevan años tratando de imponer una nueva normativa con efectos en el etiquetado que sin duda puede complicar la vida a los vendedores tradicionales. Esta exigencia, que muchos agentes europeos del sector contemplan como un flagrante caso de proteccionismo, o como un principio del mismo, vale más por lo que revela que por lo que pueda finalmente obtenerse con ella.
Lo que está claro es que los agricultores californianos no van a quedarse de brazos cruzados hasta el final de sus días, contemplando cómo Italia y España copan sus tiendas y convencen a sus cocineros de que los suyos son los mejores. Como mucha gente debe saber, en California hay arbequinas desde algunos años que están dando resultados organolépticos maravillosos, aprovechando bien la capacidad camaleónica de la variedad y su amable carácter gustativo. Buscan, como es lógico, una excelencia que han logrado con otros productos como algunos quesos de tipo azul premiadísimos en concursos de todo el mundo, o con ginebras que los aficionados celebran por su alta calidad como 209 o Fray Junípero, por citar sólo las marcas más conocidas.
Por supuesto, la moda de la agricultura ecológica y orgánica no es allí ninguna moda sino una realidad consciente y practicante con la que se obtienen buenos resultados económicos.
No se trata de adoptar ninguna posición alarmista. De manera que otro día, si nos dejan, hablaremos más de Argentina. Hoy sólo quiero limitarme a recordar que es necesario vender en Estados Unidos tanto como en Cuenca o en las Rías Baixas. Que España puede y debe ser un gran mercado para los aceite de oliva de la más delicada finura.
(*) Antonio Redal de María es experto en mercados internacionales.