
Entre las conversaciones que tuvieron lugar en el marco de la tercera edición del reciente Salón Olipremium, no faltó la referida al singular contexto de escasez cuantitativa que vive actualmente el aceite de oliva. Hablamos, claro, de la situación provocada por la corta producción de la última cosecha. En ésta, apenas se han recogido unas ochocientas mil toneladas (menos de un millón que el año anterior) que resultan insuficientes para abastecer las necesidades del mercado mundial.
«NO HA QUIEN LOS ENTIENDA». En un buen artículo publicado en el diario El País, pocas horas antes de la celebración del Salón, se abordaba el tema sin soslayar la principal consecuencia de esta carencia productiva para los aceites de oliva españoles: la pérdida de mercados que ahora tendrán que comprar aceite a otros competidores. Sin duda éstos tienen su gran oportunidad. Algún elaborador presente en Olipremium, de los que etiquetan alta calidad con marca propia y se afanan en producir impecables graneles, comentó que al mercado mundial y a sus gurús no hay quien los entienda.
Cuando resulta que iba a sobrar aceite de oliva por todas partes, ahora lo que sucede es que no hay suficiente para llegar a todo el mundo. España, desde luego, no puede sola. De manera que habrá que comprar para seguir alimentando la exportación. Y comprar, ¿dónde? He aquí una de las respuestas que moldearán el futuro del sector en los próximos meses. Por lo pronto, y ante tal carencia, parece que los precios están subiendo. El baile no ha hecho más que empezar.