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Manolo de la Osa: “LO QUE MÁS ME IMPORTA DE UN ACEITE ES SU FRESCURA”

Manuel de la Osa, chef propietario del restaurante Las Rejas. / OLIPREMIUM
Manuel de la Osa, chef propietario del restaurante Las Rejas. / OLIPREMIUM

“Lo que más me interesa a la hora de escoger un aceite virgen extra es su frescura, que no me intenten dar gato por liebre, como ocurre con tanta frecuencia”, nos confiesa Manolo de la Osa, quien, tras un cuarto de siglo de magisterio en su restaurante Las Rejas de Las Pedroñeras, sigue exhibiendo un envidiable estado de forma. Siempre hemos admirado de este chef su capacidad para concebir nuevos platos año tras año sin alejarse apenas del terruño que le vio nacer.

En sus manos, la despensa manchega se transforma en un suculento y tentador cuerno de la abundancia: caza mayor y menor -de pelo y de pluma-, sabrosos cortes de ovino y caprino, quesos y miel, pescados secos y en salazón –mucho bacalao-, algunas verduras y hortalizas, frutas de secano, ajos, azafrán…

Naturalmente, el aceite de calidad, y en particular el de la aceituna cornicabra, tiene un protagonismo indiscutible en sus creaciones. “Es la variedad que mejor representa el territorio de mi cocina y el que uso por defecto, como se dice ahora”, manifiesta el cocinero.

CAZA Y TRUFA, CON PICUAL. Luego, cada ingrediente y cada plato tienen sus particularidades en la cocina de De la Osa. Por ejemplo, sus insuperables cocochas al pilpil prefieren la extrema suavidad de los aceites de arbequina. Primero, para no hacer sombra a la delicadeza de la cococha; luego, porque su versión de la salsa pilpil es en realidad un finísimo puré de patatas emulsionado con aceite en el que previamente han macerado ajos de su tierra. Arbequina también para las ensaladas y sopas frías –memorables los tomates verdes con gamba, albahaca y manzana de la pasada primavera- o aquellas creaciones que deben incorporar el aceite en crudo.

“Para los escabeches ligeros me gusta la hojiblanca, un aceite de gran finura pero con carácter”, apunta el chef. Escabeches como los que hemos probado en algunas recetas protagonizadas por las ostras –producto fetiche en su cocina- o en las soberbias navajas en escabeche de perdiz roja anisada con algas que tuvimos ocasión de saborear hace unos meses.

Los platos de caza, en cambio, y por lo que respecta al aceite, apuntan en otra dirección. El intenso sabor de la cocina venatoria –un buen ejemplo es su magnífico lomo de liebre con setas y trufa negra- exige la fuerza de un aceite de picual, relata el cocinero, para quien el maridaje entre platos y aceites tiene que ver más con el sentido común que con un conjunto de normas de obligado cumplimiento. JOSÉ RAMÓN PEIRÓ

Restaurante Condumios: EL ACEITE RECIBE AL COMENSAL

El comedor de este coqueto restaurante está lleno de detalles estéticos.
El comedor de este coqueto restaurante está lleno de detalles estéticos.

¡Noticia! Abre un restaurante en Madrid y se preocupa de incorporar a su oferta algunas de las marcas de aceite más reconocidas del mercado. Es el caso de Condumios, restaurante de la calle Juan de Mena propiedad del joven y experimentado Sebastián López (trabajó en La Osteria di Clemenza, entre otros lugares de renombre) y de su hermana Lola.

El local consta de dos ambientes: una luminosa barra para tapear y un bajo donde se encuentra el comedor. Éste está forrado de ladrillo rojo bien restaurado y de una suma de detalles estéticos que contribuyen a que el comensal se sienta como en su casa. Sobre las mesas, una colección de aceites de diversa índole y condición que reúne buena parte de la riqueza aromática y gustativa de los Virgen Extra del país, desde el suave perfume de la arbequina al rotundo esqueleto de la picual pasando por diferentes coupages. La posibilidad de tomarlos en crudo constituye todo un aliciente para el comensal.

La ensaladilla del restaurante permite comprobar el buen manejo del aceite.
La ensaladilla del restaurante permite comprobar el buen manejo del aceite.

El valor del aceite en Condumios no se queda aquí. Por supuesto, las elaboraciones se benefician de esta apuesta por los aceites de calidad, que en España son muchos y poco conocidos. De manera especial el capítulo que en la carta responde al nombre de “del huerto” contiene propuestas donde la participación del zumo de la aceituna es crucial. Si no, pruébese el refrescante tomate preparado con bonito en conserva de aceite casera, un plato sencillo y bien matizado por toques oleosos que añaden complejidad y largura a una de las estrellas de la casa: el tomate procedente de la huerta que posee la familia. Otros lujos cargados de sentido son las chacinas, las croquetas de jamón, la ensaladilla, la coca o los callos, y esto sin olvidar carnes que no se encuentran en otras partes como el porco celta. Y el pan es de corteza crujiente y masa sabrosa… J.M.R.C.

Cantina La Estación: MONUMENTO AL ACEITE EN ÚBEDA

Montserrat de la Torre elabora sus recetas a partir de las propiedades de cada aceite./ Cantina La Estación
Montserrat de la Torre elabora sus recetas a partir de las propiedades de cada aceite./ Cantina La Estación
JRMC

Montserrat de la Torre es la jefa de cocina de uno de los restaurantes más originales de Andalucía: Cantina La Estación, en Úbeda. Lo es porque comer en él constituye un auténtico viaje de los sabores, remarcado por el logrado ambiente del salón comedor que simula un tren en movimiento. También porque pocos restaurantes del mundo se permiten el lujo de conceder al aceite de oliva virgen extra un papel tan estelar.

Aquí no se cocina con cualquier aceite, sino que en las recetas se explicita el nombre preciso de la marca con la que se elaboran: el gran picual Puerta de Las Villas para las Mollejas de ternera clareadas sobre tallarines de sepia, el arbequino de Oro de Bailén para el Caviar de Río Frío o el picual de Castillo de Canena para el Bacalao Confitado, entre otras sugerentes opciones.

Por supuesto, Montserrat y su compañero Antonio, más conocido como “Che”, ofrecen la posibilidad de iniciar la comida con una selección de aceites Premium por el módico precio de tres euros y en la que la sal y los panes, como no podía ser de otra forma, cobran también su protagonismo. Todo un monumento al mejor aceite de oliva virgen extra en el contexto de una cocina inquieta, armónica e imaginativa que no deja de brindar homenajes a la cocina histórica y se afana por emplear y revalorizar los desconocidos productos de la provincia de Jaén, como el queso de cabra de Villacarrillo. Cuadratín

La mejor salsa del mundo, por SACHA HORMAECHEA

Rodeado de salsas. Vivo rodeado de salsas de soja, de kétchup, de barbacoa, de ostras, de pesto, de aquí y de allí, de mil gustos de cinco continentes. Vivo rodeado de salsas envasadas.

Sacha Hormaechea, autor de este artículo, con las manos en la masa. / GN_OLIPREMIUM
Sacha Hormaechea, autor de este artículo, con las manos en la masa. / GN_OLIPREMIUM

Pero quizás, y sin darnos cuenta, la mejor salsa envasada del mundo la tenemos delante de nosotros, con cientos de matices y personalidades, tan sostenible como la moda de las cocinas de hoy, tan kilómetro cero como hace mil años, tan personal como nosotros mismos y tan diversa como nuestra cultura.

Hablo simplemente de aceite, claro está del aceite de oliva virgen extra, no se crean que hablo de los otros.

Algunos piensan que sólo es un aliño, una parte de una salsa, o de un procedimiento culinario, pero no, no se confundan, también es una salsa. Si no están de acuerdo, pregúntenle al maestro Michel Bras. Tuve la suerte de darle de comer en mi casa y cuando me acerqué a la mesa me dijo: “¿Te das cuenta de que usas el aceite virgen extra como salsa?”. “Claro, que lo sé”, contesté. Luego, simplemente charlamos de las variedades y los coupages que aparecían en los platos, para terminar hablando de fotografía, pasión compartida.

Como siempre la mirada desde fuera nos enriquece. No soy yo ni el descubridor ni el único que mira el jugo de oliva de esta manera, pero sería más suculento para nuestra cocina que fuésemos más. SACHA HORMAECHEA